La investigación sobre el COVID-19 en relación con las mujeres de raza negra se vuelve personal
Michelle Albert, como la mayoría de nosotros, tiene muchas preguntas sobre la pandemia mundial de COVID-19. A diferencia de la mayoría de nosotros, ella hace más que solo preguntar. Profundiza en las respuestas.
La Dra. Michelle Albert es cardióloga en San Francisco. Además, es una mujer afroamericana con un gran interés en la ciencia y la historia, en especial en el comercio esclavo y los factores sociales que afectan las personas afrodescendientes desde hace mucho tiempo.
Así que, cuando Albert, presidenta de la Association of Black Cardiologists, se enteró de que la American Heart Association (AHA) estaba en busca de propuestas de investigación científica sobre los efectos del COVID-19 en el corazón y el cerebro, sintió la profunda obligación de presentar su propuesta para estudiar las experiencias y los efectos cardiovasculares de la enfermedad en las mujeres afrodescendientes.
El momento para su propuesta era fortuito y sensato.
“La envié el mismo día que hospitalizaron a mi madre por COVID-19”, comentó Albert, profesora de medicina de la Universidad de California en San Francisco y directora del Center for the Study of Adversity and Cardiovascular Disease (NURTURE Center). “Estaba intentando entender las desigualdades en la salud por COVID-19. También quería enviar una solicitud de subvención para el COVID-19, en especial entre las mujeres afroamericanas, ya que las mujeres afrodescendientes no suelen salir beneficiadas”.
Al mismo tiempo, Albert estaba pasando por un momento difícil. No sabía si su madre iba a recuperarse. Pensé “realmente tengo que hacer esto porque si no sobrevive, su muerte no será en vano”, comentó Albert.
Además de la suya, se enviaron 750 propuestas y solo una de las tantas que se aceptaron. Más importante aún, su madre se recuperó.
El ángulo de equidad en salud
“Las desigualdades que observamos en la mortalidad por COVID-19, con una tasa más elevada en las personas afrodescendientes, son casi tantas como los factores de riesgo, que incluyen enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial, diabetes y obesidad, y los factores sociales”, afirmó Albert.
Según un censo de Estados Unidos, las personas afroamericanas representan menos del 14% de la población del país. Sin embargo, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades informan que las personas afroamericanas representan aproximadamente el 25% de todas las personas hospitalizadas por COVID-19 y tienen 4 veces más probabilidades de morir por la enfermedad que las personas de raza blanca.
Cada año, casi 50,000 mujeres afroamericanas mueren por enfermedades cardiovasculares. Casi la mitad de las mayores de 20 años padecen enfermedades cardiovasculares.
“Me pareció que era muy importante lograr una buena comprensión de las experiencias de las mujeres afrodescendientes en esta pandemia y sus experiencias de COVID-19 se relacionan con las complicaciones cardiovasculares y la muerte”, afirmó Albert.
“Las mujeres afrodescendientes cumplen un rol fundamental dentro de sus comunidades; cuidan los niños y a todos los miembros de la familia. También cuidan a sus parejas. Por lo general, se ocupan de muchas cosas diferentes a la vez; entre ellas, a diferencia de mujeres de otras culturas, encargarse de ser el sostén de la familia. Aun así, muchas veces sus voces y experiencias se pierden en la naturaleza”.
Albert está fuera para escuchar esas voces. Su investigación se realizará en colaboración con el Boston University’s Black Women’s Health Study, el estudio de seguimiento más grande sobre la salud de las mujeres afroamericanas.
Se enviarán cuestionarios a aproximadamente 15,000 mujeres de entre 21 y 69 años con las siguientes preguntas: “Cuando se enfermó de COVID-19, ¿se sintió presionada a ir al trabajo?”
“Queremos saber más sobre su experiencia en esta pandemia de COVID-19, que también se combina con la pandemia de racismo y la pandemia anti-afrodescendientes”, afirmó Albert. Queremos averiguar si hay alguna experiencia o percepción específica que las mujeres puedan tener y que podamos abordar para ayudar a disminuir la infectividad y la propagación de COVID-19 en la población”.
El propósito del estudio también es consultar que medicamentos toman las mujeres. En el estudio, Albert y su equipo esperan obtener respuestas de 15,000 mujeres afroamericanas. La mayoría son de mediana edad; la edad promedio es de 59 años.
“Debido a la edad de estas mujeres y su posible dificultad con el distanciamiento físico, quizás por vivir en hogares multigeneracionales o el tipo de ocupación, también es probable que aumente el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares”, afirmó Albert.
Las enfermedades cardiovasculares afectan a 1 de cada 2 mujeres afrodescendientes en comparación con 1 de cada 3 mujeres caucásicas.
Las personas con afecciones de salud subyacentes tienen un mayor riesgo de desarrollar complicaciones si se contagian de COVID-19. Pero el conocimiento es poder. Al comprender lo que enfrentan las mujeres afroamericanas, Albert espera ayudar a disminuir el riesgo cardiovascular que corren en época de COVID-19.
“Agradezco a la American Heart Association por esta oportunidad”, comentó. “Cuando las personas se enteran de la investigación, piensan en laboratorios y la investigación también implica eso. Pero esto se trata de la vida de personas reales”.