¿Cómo fue el trasplante de corazón de este bailarín? Su recuperación incluyó un baile en el hospital

Por Leslie Barker, American Heart Association News

Alphonso Aguilar, recipiente de un trasplante de corazón , con su compañera de baile de mucho tiempo, Irene Byrne. (Foto cortesía de Irene Byrne)
Alphonso Aguilar, recipiente de un trasplante de corazón, con su compañera de baile de mucho tiempo, Irene Byrne. (Foto cortesía de Irene Byrne)

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El padre de Alphonso Aguilar sufrió un segundo ataque cardíaco y murió en la pista de baile mientras bailaba al son de una salsa. Tenía 63 años.

El joven Aguilar, también amante del baile, comparte la pasión de su padre y la habilidad para bailar. Y, por lo visto, sus problemas del corazón. Después de sobrevivir un ataque cardíaco a los 51 años y enterarse de que nació con un defecto del corazón, Aguilar canalizó su energía para evitar el destino de su padre.

Comenzó a ver videos y escuchar las conferencias TED, y reunió ideas e inspiración para adquirir ideas médicas y holística que le permitieran ser la persona más sana posible.

"Me repetía en mi mente, 'Voy a vivir. Voy a hacer todo lo posible por vivir. No me ha llegado el momento a mí'", dijo él.

Se aseguraba de salir de su casa en Las Vegas todos los días para cambiar de ambiente. Bailaba. Cantaba karaoke.

"Hice todo lo que me hiciera sentir feliz", dijo Aguilar.

Pero su corazón no se fortalecía.

Al cabo de casi un año de su ataque cardíaco, Aguilar comenzó a sentirse agotado. Cuando llegó al punto en que no podía bailar una canción completa sin tener que sentarse, se dirigió a la sala de emergencia. Allí, le dijeron que su corazón funcionaba al 10% de su capacidad. Se encontraba en un estado de insuficiencia cardíaca grave, por lo que necesitaba un trasplante de corazón.

Para comprar tiempo hasta que hubiera un corazón disponible, Aguilar se sometió al implante de un dispositivo de asistencia ventricular izquierda, o DAVI, que ayuda a bombear sangre por el cuerpo cuando el corazón está demasiado débil para hacerlo por sí mismo. La cirugía fue difícil.

Cuando Aguilar se recuperó del procedimiento, el DAVI le permitió seguir viviendo en sus propios términos. Su compañera de baile de muchos años, Irene Byrne, retomó el hilo donde lo habían dejado, bailando por lo menos dos veces a la semana durante los próximos dos años con el conocimiento de que una llamada telefónica cambiaría y le salvaría la vida a él en cualquier momento.

"Me aseguraba de que el volumen en mi teléfono estuviera lo más alto posible", comentó Aguilar.

Entonces una noche en agosto del año pasado, Byrne había salido para buscar algo del carro cuando notó que había luna llena. "Algo me dijo que Alphonso recibiría un corazón esa noche", dijo ella. "No había pasado ni siquiera media hora, cuando él me llamó: '¡Tengo un corazón!'".

Irene Byrne y Alphonso Aguilar continuaron bailando cada semana mientras él esperaba un corazón nuevo.  (Foto cortesía de Irene Byrne)
Irene Byrne y Alphonso Aguilar continuaron bailando cada semana mientras él esperaba un corazón nuevo. (Foto cortesía de Irene Byrne)

Esa misma noche, a la medianoche, Aguilar se fue a un hospital en el sur de California donde se encontraba el corazón. Durante todo el viaje de cinco horas en el carro, dijo él, sentía el consuelo de esa luna llena mientras lo guiaba hacia adelante.

A las 5 de la mañana, llegó allí. La cirugía comenzó ese mismo día, el 11 de agosto de 2022, y terminó al día siguiente. Todo salió bien.

Aguilar se sentía extático y agradecido. De hecho, se sintió "más fuerte y vibrante" casi inmediatamente. Comenzó a caminar por los pasillos durante 20 minutos varias veces al día, y a subir y bajar escaleras. Incluso con un suero en una vena, sentía el llamado a bailar y mientras bailaba una giga, una enfermera capturó un video.

Después cabo de dos semanas, ya estaba listo para ingresar en un centro de rehabilitación cardíaca. Pasó tres meses allí –aunque admite haberse dado una que otra escapada para cantar karaoke e ir a bailar– antes de que le dieran de alta para regresar a casa. Hace poco, cruzó el hito de un año y ganó el gran premio de reducir la frecuencia de sus citas al cardiólogo.

Aunque es la misma persona que era antes del trasplante, también es diferente. Siempre tuvo un apetito voraz, pero ahora come menos y elige alimentos más saludables que le ayudan a seguir una dieta baja en sodio. No toma alcohol. Su grasa corporal es la más baja que ha tenido en la vida. Ahora le resulta especialmente difícil ver violencia en televisión, y se interesa más por los demás y es más amigable con personas que no conoce.

"Soy mucho más extrovertido", comentó. "Me siento como un adolescente, no porque tengo tanta energía, sino porque pienso en términos de 'Cuando sea grande, quiero ser de esta manera, o quiero hacer tal cosa'".

Aguilar quiere ser comediante. Quiere cantar más y comenzar a actuar. Quiere ser un orador motivador. Al poco tiempo del trasplante, y a pesar de que su clase más difícil fue la de oratoria, Aguilar dio un discurso para la American Heart Association frente a un público de 400 personas.

Y, por su puesto, quiere seguir bailando, que es lo que hace cinco noches a la semana, dos de ellas con su madre, quien tiene 86 años.

"Está tratando de recuperar el tiempo perdido", dijo Byrne. "Pero nunca va a dejar de bailar. Porque el baile le apasiona".


Artículos de la American Heart Association News

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