2024 Go Red for Women, Clase de Sobrevivientes: Erika Livingston
La siguiente es la historia de Erika y no es una recomendación ni un diagnóstico. Las historias se editaron para resumirlas.
Erika Livingston tuvo un ataque cardíaco a los 41 años. ¿Su mensaje para otras mujeres? Escuchen su cuerpo. Podrían salvar su vida.
Erika Livingston se despertó de un sueño profundo y se sentó en la cama con un intenso dolor en el pecho. Se extendió rápidamente hacia la espalda y aumentó muchísimo más. Intentó caminar antes de ir al baño, y el sudor de la cara y los brazos empapó el piso.
Erika sentía muchísimo frío y pensó que podría deberse a la esclerodermia, un trastorno autoinmune que padece y que le provoca un frío muy intenso en los dedos de las manos y los pies. Se dio una ducha, pero como no logró sentirse mejor, llamó a gritos a su esposo. Él le preguntó si quería ir al hospital y Erika dijo que sí.
En la sala de emergencias cerca de su casa en el área suburbana de Dallas, el médico le dijo a Erika que estaba teniendo un ataque cardíaco. Conmocionada, tomó la mano de su esposo y empezó a llorar.
“Tengo 41 años. Entreno siempre. Como sano y tomo mis medicamentos. No puede ser que esté teniendo un ataque cardíaco”, decía Erika.
Ese día hubo dos impedimentos importantes antes de poder recibir atención. Iban a trasladarla en helicóptero hasta un hospital equipado con un laboratorio donde le controlarían el funcionamiento interno del corazón, pero un banco de niebla matutina lo impidió. Erika rezaba mientras la ambulancia que la trasladaba iniciaba el trayecto de 20 millas (32 km) hacia Dallas. Luego sintió un sacudón en la cabeza. La ambulancia tuvo un accidente. Erika esperó ansiosa 20 minutos hasta que pudieron retomar la carretera.
En el hospital, un cardiólogo determinó que una de las arterias de Erika estaba bloqueada en un 75%. Le colocaron un stent para restaurar el flujo sanguíneo máximo. A Erika le dijeron que su trastorno autoinmune contribuyó al ataque cardíaco.
“Tu vida simplemente se proyecta ante ti”, dijo. “Soy demasiado joven. No puedo morirme ahora. No estoy preparada”.
Como parte de su recuperación, Erika realizó rehabilitación cardíaca para aprender a entrenar nuevamente de manera saludable. El personal de enfermería monitoreaba su actividad. Las demás personas de su clase tenían entre 70 y 80 años, y pensaron que Erika se había equivocado de sala hasta que ella les contó que había tenido un ataque cardíaco.
“Es increíble porque ustedes me miran y piensan ‘Cómo puede ser que siendo tan joven, tan pequeña y con buen estado físico haya tenido un ataque cardíaco’”, dijo Erika.
Durante los dos meses previos al ataque cardíaco en junio de 2021, Erika tuvo algunos síntomas, pero no los relacionó con el corazón. Le faltó el aire mientras escalaba con amigas en un viaje y se agitó al caminar de una tienda al auto. Pensó que lo que fuera que sentía se le pasaría.
Su mensaje es que hay que escuchar al cuerpo.
“Si algo duele o molesta, si no se sienten como de costumbre, ni un poquito, si algo huele mal, vayan y averigüen qué puede ser, porque nunca se sabe qué ocurre internamente”, dijo.
Después del ataque cardíaco, la autodenominada “chica todopoderosa” cambió radicalmente su estilo de vida adicto al trabajo. Erika sigue trabajando en marketing y se ocupa de la contabilidad del negocio de su esposo. Sin embargo, se quitó muchísimo estrés de encima al cerrar el salón de belleza que tenía. La pareja ahora trabaja menos y viaja más.
“Tuve una segunda oportunidad y me dije que voy a vivirla bien”, comentó. “Vivo plenamente cada momento de mi vida porque nunca se sabe qué sucederá”.
Como parte de esa segunda oportunidad, la primera generación estadounidense, cuyos padres son mexicanos, quiere que las mujeres sepan que las enfermedades cardíacas son su peor amenaza, ya que se llevan 1 de cada 3 vidas.
“Me gustaría generar la mayor conciencia posible y salvar una sola vida aunque más no sea”, comentó. “Si pudiera ayudar a una sola persona, estaría feliz”.
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