2024 Go Red for Women, Clase de Sobrevivientes: Kylie Lough
La atleta universitaria Kylie Lough se luce como remera competitiva tras sufrir un derrame cerebral a los 18 años. También inspira a otros jóvenes sobrevivientes a no renunciar jamás a sus sueños.
Como remera competitiva, Kylie Lough estaba feliz cuando la aceptaron en un programa de entrenamiento internacional para élites de cinco semanas en 2022. Tenía 18 años y se acababa de graduar de la escuela secundaria, por lo cual aprender de algunos de los mejores entrenadores del mundo era un sueño hecho realidad.
Llevaba dos semanas en el programa mientras estaba en Nueva Zelanda cuando su vida dio un vuelco dramático e inesperado que puso a prueba todo lo que sabía sobre el trabajo en equipo y la determinación.
La práctica de remo se había cancelado más temprano ese día por una tormenta de nieve. Kylie estaba en su habitación de hotel en un pueblo en medio de la nada a casi 10,000 millas (16,000 km) de su casa en Boston cuando todo empezó a girar y se desmayó. Luego no podía mover las piernas ni los brazos. Intentó gritar para pedir ayuda, pero no podía hablar. Se arrastró con todas sus fuerzas hasta la puerta de la habitación.
“La abrí y grité a todo pulmón para pedir ayuda porque no sabía qué estaba pasando”, contó. “Pero sabía que tenía algo, y que no era nada bueno”.
Otros dos remadores se acercaron rápidamente y la sentaron. En ese momento, Kylie estaba casi paralizada.
“No podía mover los brazos, las piernas, nada”, contó. “Apenas podía mantener la cabeza erguida y seguía intentando decirles a todos que algo malo me estaba pasando. Pero balbuceaba y nadie entendía lo que estaba diciendo”.
La llevaron en la furgoneta del equipo hasta el centro de atención de urgencia más cercano. Quedaba a solo cinco minutos de distancia, pero las carreteras no estaban seguras por la tormenta de nieve, entonces demoraron bastante más. Cuando llegaron al centro de atención de urgencia, el personal médico determinó que necesitaba tratamiento en un hospital. Se pusieron en contacto con el más cercano, pero les informaron que no podían trasladarla en helicóptero por causa de la tormenta.
Fue ahí cuando el entrenador principal del programa tomó la valiente decisión de llevar a Kylie al hospital. Quedaba a tres horas de distancia, pero les demoró el doble por las condiciones del tiempo y la carretera.
“Cuando llegué, al instante pensé que me llevarían rápidamente a la sala de emergencias y que descifrarían lo que estaba pasando”, dijo Kylie. “Imaginé que me canalizarían una vía intravenosa, todo lo que vemos en las películas no bien empiezan a ocuparse de ti”.
Pero no fue lo que sucedió. Kylie empezó a manifestar los síntomas típicos de un derrame cerebral, pero al ser joven y al estar en buen estado físico, el personal del hospital pensó que había algo más que no estaba bien. Le preguntaban a Kylie una y otra vez si estaba embarazada, si había tomado algún medicamento para mejorar el rendimiento o si había bebido alcohol ese día. Kylie hacía todo lo posible por responder que no a todo lo que le preguntaban y por comunicarse con el personal.
“Lo más importante ante un derrame cerebral es el tiempo, y no estaban prestándome atención en un lapso lo suficientemente breve”, afirmó Kylie. “Fue la peor experiencia de mi vida porque nadie me escuchaba”.
Una RM reveló que Kylie sí tuvo un derrame cerebral. Se recuperó en el hospital mientras su mamá viajaba desde Boston para acompañarla. Días después Kylie y su mamá viajaron de regreso a Estados Unidos. Debió viajar canalizada en el brazo y acompañada por un enfermero.
Ya en su país, su equipo de atención concluyó en que el derrame cerebral probablemente se debió a un foramen oval permeable, que es un orificio en las cámaras superiores del corazón por el cual un coágulo puede llegar al cerebro. Se sometió a un cateterismo no invasivo para cerrar el orificio. También le indicaron dejar de tomar anticonceptivos con estrógeno, ya que está relacionado con la coagulación.
Kylie comenzó su primer año en la universidad un mes después del derrame. Compaginó sus tareas con la terapia del habla, ocupacional y física. También aprendió nuevas maneras de hacer las cosas, incluida cómo sobrellevar la debilidad aún presente en su lado derecho.
“Ahora escribo todas mis notas, como, lo hago todo con la mano izquierda. Sin dudas lo que sucedió me ayudó a evolucionar. Ya nada es normal, pero mi estado físico mejoró muchísimo más”.
Cuando la autorizaron a remar para el equipo de la universidad, debió enfrentarse a otras personas que dudaban de si podría afrontarlo. Enfrentó el desafío y colaboró para que su facultad se quedara con el segundo puesto en la general del campeonato nacional; llegó tercera en su evento a menos de un año del derrame.
“Creo que mi determinación sin dudas me llevó hasta ahí”, afirmó. “No estaría donde estoy ahora de no haberme esforzado como lo hice para mejorar gracias a la terapia, mi mentalidad y todo lo demás”.
Su misión es usar su experiencia para enseñarles a otros jóvenes sobre los derrames cerebrales.
“En este caso, el desconocimiento no es dicha”, afirmó. “Debemos conocer los síntomas porque el derrame no entiende de edades. No importa el estado físico ni la historia clínica. Puede darte en cualquier momento y ni te enteras hasta que pasa”.
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