2024 Go Red for Women, Clase de Sobrevivientes: Mary Wiley
Mary Wiley tuvo una segunda oportunidad, en la vida y en lo profesional. Salvó su vida gracias a RCP. Mary pudo sanar enseñando RCP a otras personas, y alienta a que todos aprendan esta habilidad que salva vidas para que también estén preparados para ayudar.
Poco después de que Mary Wiley se graduara en la universidad, sabía que trabajar detrás de un escritorio no sería lo suyo. Se alistó en el Ejército, sirvió como médica de combate y tuvo la oportunidad de completar la escuela de posgrado en un programa militar. Al graduarse, se le asignó el cargo de subteniente y se convirtió en oficial de inteligencia con base en Fairbanks, Alaska. A los 28 años, estaba casada, embarazada de 10 semanas y en el mejor estado físico de su vida. Durante una mañana de entrenamiento en el gimnasio de la base militar, se bajó de la máquina de remo, miró a su alrededor y cayó al piso. Su ritmo cardíaco era mortal.
“Parecía como si hubiera caído muerta”, contó.
Dos soldados le realizaron RCP durante 13 minutos. Alguien encontró un desfibrilador externo automático (DEA), pero no funcionaban las baterías. Cuando llegó un equipo médico, le administraron varias descargas al corazón de Mary antes de trasladarla rápido al hospital. Finalmente la trasladaron por aire hasta un hospital de trauma en Anchorage, a 360 millas (580 km) de distancia.
“Me desperté una semana después y mis padres estaban ahí, y tuvieron que contarme qué había sucedido”, contó.
Si bien los médicos no tenían certezas sobre qué causó el paro cardíaco súbito de Mary, le informaron que necesitaba un desfibrilador cardioversor implantable (DCI). Es un dispositivo que se implanta en el pecho para monitorear el ritmo cardíaco. Si detecta un problema, envía descargas al corazón hasta recuperar un ritmo normal. Después de la cirugía en junio de 2016, Mary recibió el alta para continuar con su vida. Regresó al trabajo y siguió ejercitándose; corría 5 km y practicaba CrossFit. Le dijeron que su bebé por nacer estaba bien y que no debía preocuparse porque tenía un DCI.
Un año más tarde, cuando el Ejército se enteró de que Mary tenía un DCI, la retiraron por cuestiones médicas. Un genetista lo descubrió durante una consulta con Mary sobre su hijo, que tiene un trastorno genético no relacionado, y le preguntó por su historia clínica.
Mary empezó a perder su sentido de identidad cuando tuvo que dejar el Ejército.
“Es lo que quería hacer. Quería darlo todo, hasta el final. Me identificaba. Mary estaba en el Ejército”, decía.
Mary, ahora de 36 años, tuvo su segundo hijo, una niña, y se sentía afortunada por ser una mamá ama de casa. Igual seguía teniendo sentimientos de fracaso.
Durante la pandemia, Mary empezó a entrenar para una media maratón. A veces se desmayaba, o al menos eso creía. Resulta que el DCI de Mary realizaba disparos cuando el corazón no latía a un ritmo normal. Le colocaron un DCI mejorado y le indicaron dejar de correr y suspender cualquier otro ejercicio extenuante. Mary nuevamente sintió una pérdida.
Con el tiempo, consiguió un empleo en el condado donde vive ahora, Maryland. Como parte de su trabajo, la American Heart Association le otorgó la certificación como entrenadora en RCP. Un día mientras daba una clase de RCP, compartió su historia por primera vez, y el modo en que ella se sentía internamente por fin coincidía con lo que sucedía a su alrededor. Habían pasado seis años desde su paro cardíaco. Enseñar RCP a otras personas la ayudó a asimilar ese “increíble” episodio de vida, porque mientras practicaba y enseñaba RCP, iba “aceptando y celebrando la realidad”.
“Durante muchísimo tiempo, actuaba como si nada hubiera pasado”, afirmó. “A medida que seguía con mi vida, iba aceptando lo que había sucedido y fue ahí donde encontré la capacidad para sanar de verdad”.
Si bien Mary consiguió un nuevo empleo y actualmente no es instructora de RCP, igual alienta a que todos aprendan esa habilidad y tengan la confianza para hacerlo, ya que un 70% de los paros cardíacos que no suceden en los hospitales suceden en casa. Si a una persona le toca realizar RCP, es muy probable que sea a alguien que conoce.
“No hay que pensarlo demasiado, hay que actuar porque funciona y salva vidas. Cambia radicalmente el desenlace de una persona con algo tan simple como únicamente compresiones constantes”, afirmó Mary.
“Yo literalmente recibí un regalo. Decían, ‘Ey, aquí vas de nuevo. Tu nueva oportunidad será diferente, pero la tienes’”.
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