2025 Go Red for Women, Clase de Sobrevivientes: Brittney Saunders Graves

La siguiente es la historia de Brittney y no es una recomendación ni un diagnóstico. Las historias se editaron para resumirlas.
Tras varias visitas a la sala de urgencias por fuertes dolores de cabeza, finalmente Brittney Saunders Graves recibió un diagnóstico inesperado. Los exámenes demostraron que el cerebro de la soldado de 25 años en servicio activo presentaba un sangrado. Ahora, a sus 32 años, como sobreviviente de un ataque o derrame cerebral, inspira y aboga por otras mujeres. 
 
Brittney Saunders Graves, de 25 años, era teniente del Ejército cuando empezó a sufrir una migraña intensa y dolor de cuello en el 2018. Acudió a una sala de urgencias de la base, pero los médicos no encontraron nada malo en la exploración de su cuello. No le realizaron ningún otro examen porque, según ella, supusieron que el dolor estaba relacionado con sus antecedentes de migrañas y un reciente accidente de automóvil. 

Contó que solo le dieron analgésicos y le dijeron que visitara a su médico de cabecera si el dolor persistía. 

“En el transcurso de las semanas siguientes, los síntomas empeoraron”, explicó. “Me costaba dormir. Me costaba comer. No podía girar la cabeza porque me dolía el cuello y la cabeza”.

Brittney hizo todo lo que pudo para controlar el dolor, pero apenas consiguió aliviarlo. Acudió a varios médicos y especialistas, incluido un reumatólogo para descartar la fibromialgia. Volvió a la sala de urgencias, pero le dijeron que esperara hasta su cita con neurología, programada para un mes más tarde. 

Brittney se presentó en la consulta del neurólogo dos días antes de lo previsto y rogó que la atendieran. Dijo, “Siento que me va a estallar la cabeza y que me voy a morir”. Le dijeron que volviera para su cita programada o que fuera a la sala de urgencias. Frustrada, se marchó llorando, pero la detuvo la recepcionista del departamento de tratamiento del dolor. 

“Me conocía porque iba allí con frecuencia”, dijo Brittney. “Me miró y me dijo, ‘Tenemos que ir al defensor del paciente’. Después me dijo que tenía la cara caída e hinchada y que parecía que se me salían los ojos de la cara”. 

Brittney dijo que sus amigos se dieron cuenta de sus cambios faciales y visuales, que son síntomas clásicos del ataque o derrame cerebral. Sin embargo, no se atrevieron a mencionarlo porque no querían disgustarla. 

En la oficina del defensor del paciente, Brittney presentó una queja en la que explicaba que había acudido tres veces a la sala de urgencias y que no la habían atendido. El defensor del paciente anotó en su expediente que la próxima vez que Brittney acudiera a la sala de urgencias, debía ser ingresada. Fue un paso significativo. 

Horas después, Brittney vomitó y describió su dolor como 15 sobre 10 cuando volvió a la sala de urgencias. Tres horas después, finalmente la ingresaron. Un médico ordenó una tomografía computarizada que mostró que su cerebro estaba sangrando, y tras ser trasladada a otro hospital, una resonancia magnética confirmó que la mitad de su cerebro presentaba coágulos. La sangre llegaba a su cabeza, pero se detenía en el centro, lo que provocaba la presión que había estado sintiendo. Los médicos le dijeron que tenía una trombosis del seno venoso dural (TVSD), un tipo poco frecuente de ataque o derrame cerebral que suele afectar a mujeres jóvenes y se produce cuando se forma un coágulo sanguíneo en el sistema venoso del cerebro.

Le administraron un goteo de heparina, que disminuye la capacidad de coagulación de la sangre. Pasó cinco días recuperándose en la UCI antes de que la trasladaran a la planta de ataques o derrames cerebrales. Tras recibir el alta, se sometió a varios tratamientos durante meses.
 
“La recuperación fue dura porque yo estaba en servicio activo y, al instante, me lo quitaron”, dijo. “Intenté volver a ser la de siempre. Intenté hacer ejercicio, pero ni siquiera podía hacer una flexión”. 

Poco a poco, volvió al trabajo y fue ascendida a capitana. En las semanas siguientes a su reincorporación al trabajo, el Ejército le dio a elegir entre recuperarse en seis meses o recibir la baja médica. Decidió recibir la baja médica para no tener que apresurar su recuperación. Está agradecida por su experiencia con el ataque o derrame cerebral porque la ayudó a reconocer las señales de que su madre iba a sufrir un segundo ataque o derrame en el 2020. 

“Tuve cerca de un año para mi recuperación y, entonces, mi papel pasó de sobreviviente de un ataque o derrame cerebral a, además, cuidadora de pacientes con este tipo de eventos”, dijo. 

Brittney también tuvo que lidiar con su propia crisis de identidad y tratar de averiguar cómo vivir la vida después de un ataque o derrame cerebral. Se comprometió a mejorar su salud mental, ayudar a los demás y obtener un máster en asesoramiento clínico de salud mental. Se graduó con un 4.0 y aprobó el examen para obtener la licencia poco antes de graduarse. 

Ahora tiene 32 años, está casada y aboga por otras mujeres cada vez que puede. 

“Siento que mi ataque o derrame cerebral fue una segunda oportunidad en la vida”, afirmó. “A todas las mujeres que padecen enfermedades o problemas cardiovasculares les digo que están donde deben estar en la vida y que todo mejorará. No permitan que nadie las encasille en el modo sobreviviente. Aunque no somos las mismas que antes de nuestra experiencia, tenemos la oportunidad de vivir mejor la vida”.

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