2025 Go Red for Women, Clase de Sobrevivientes: Andrea Alexander
Andrea Alexander, que trabajaba todos los días de la semana en dos empleos, sufrió un ataque cardíaco a los 52 años. Ahora, anima a otras mujeres a dar pequeños pasos, pero constantes, para introducir grandes cambios en su salud, conocer sus antecedentes familiares y prestar atención a lo que les indica su cuerpo.
En el 2021, Andrea Alexander, que entonces tenía 52 años, trabajaba como terapeuta ocupacional siete días a la semana en dos empleos físicamente exigentes. Sus hijos ya no vivían en la casa y ella decidió enfocarse en su propia salud, lo que incluía seguir una dieta basada principalmente en plantas y hacer todo el ejercicio posible.
“Creo que encontré mi propósito en el movimiento”, explicó Andrea. “Encontré mi propósito en estar ocupada. Creo que las mujeres nos creemos superheroínas. Creemos que podemos llevar el peso del mundo sobre nuestros hombros y no es así”.
Un día, mientras se preparaba para ir a trabajar, empezó a sentirse mareada y a sentir dolores en el pecho. Sin embargo, quería seguir con su día.
“No era un dolor fuerte”, dijo. “Era tan leve como una ligera acidez, pero lo sentía en el pecho cada vez que caminaba. En otras ocasiones, acudí al hospital con dolor en el pecho y me dijeron: ‘No vuelvas hasta que sientas que tienes un elefante sentado en el pecho’”.
Como los síntomas eran leves, los ignoró y pasó los cuatro días siguientes manteniendo su estilo de vida activo.
Pero, luego, volvieron los síntomas. Esta vez eran demasiado fuertes para ignorarlos.
“Mi hermana, quien es farmacéutica, me dijo que creía que estaba sufriendo un ataque cardíaco”, contó. “Creo que más que nada me sentía irritada. Estaba segura de que se equivocaba. Sé lo que es un ataque cardíaco y pensé: ‘Esto no lo es. Simplemente no lo es’”.
Pero una visita al hospital demostró lo contrario. Una electrocardiografía, o ECG, ayudó a diagnosticar que estaba sufriendo un ataque cardíaco. Al día siguiente, durante una prueba de esfuerzo, no pudo aumentar su frecuencia cardíaca. Los resultados fueron devastadores para Andrea, que antes podía correr largas distancias con facilidad.
“Empecé a llorar”, dijo. “No tenía ningún sentido. Creo que cuando terminó la prueba, prácticamente me desplomé en los brazos de las personas que me estaban haciendo el examen”.
La trasladaron a otro hospital, donde los médicos intentaron colocarle un stent en la arteria coronaria derecha. El procedimiento no funcionó porque la arteria estaba obstruida en un 90%. Tras una semana en el hospital, la enviaron a casa con medicamentos y algunas duras reflexiones sobre su recuperación.
“Cuando llegué a casa, no podía caminar hasta el buzón”, contó. “Antes podía levantar hombres de 300 libras (136 kilos) en el trabajo y ahora no podía ni cruzar la calle. La desesperación acompañó mi diagnóstico y mi recuperación. Lo único que quería era quedarme en el sofá. No quería levantarme ni hacer nada”.
Por suerte, sus seres queridos se unieron en torno a ella para apoyarla.
“Fui fortaleciéndome poco a poco”, afirmó Andrea, quien vive en Beaumont, California. “Mi exmarido me cuidó mucho. Me impulsaba a seguir esforzándome para caminar hasta el buzón”.
A Andrea le colocaron un stent en la arteria siete meses después del ataque cardíaco, cuando la obstrucción se redujo a menos del 80% gracias a su esfuerzo y a los cambios en su estilo de vida. Además, por insistencia de su hermana, se hizo la prueba de la lipoproteína (a) elevada, un factor genético de riesgo de padecer enfermedades cardíacas. El valor fue alto, lo que confirmó que debía prestar aún más atención a su salud.
Así que siguió las indicaciones de su médico, que incluían tomar los medicamentos, comer sano y hacer ejercicio. El trabajo duro dio sus frutos. El año pasado en una consulta con su cardiólogo recibió buenas noticias.
“Mi momento de triunfo fue oír al médico decir: ‘Las arterias están bien abiertas’”, dijo. “Eso significó mucho para mí”.
A sus actuales 56 años, Andrea motiva a otras mujeres a dar pequeños pasos, pero constantes, para lograr grandes cambios en su salud. También anima a los demás a apoyarse en sus seres queridos y examinar sus antecedentes familiares, algo que a ella le costó porque sus padres murieron ambos a los 58 años.
“Los médicos me preguntan: ‘¿Cuáles son tus antecedentes de enfermedades cardíacas? ¿Tus padres padecían enfermedades cardíacas?’”, contó. “No sé si sufrían enfermedades cardíacas, murieron demasiado pronto para saberlo. Cuando conoces tus antecedentes, puedes saber qué esperar. Si no prestas atención a esas señales, es probable que te vayas antes de lo que quieres”.
“Hoy estoy aquí para decirles que no esperen”, dijo. Si algo no se siente bien, haz que te lo revisen”.
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